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martes, 5 de julio de 2011

Diciembre.


DICIEMBRE

     Hoy es un día de lo más normal, como otro cualquiera, es 29 de Diciembre y el plan es quedar con mis amigas, Ana, mi mejor amiga, a la conozco exactamente desde el 17 de Septiembre del 2008, el día que empezamos el instituto, es una de las pocas personas en las que puedo confiar plenamente y que nunca me ha fallado, hasta el momento no nos habíamos enfadado ni una sola vez; Alba, la conozco desde hace poquitos meses, empezó nueva este año en mi instituto; y Clara, con la que menos confianza tenía aunque una gran amiga y una persona que, aunque en algún momento lo niegue, siempre la voy a querer por los buenos momentos; Era como todos los días, pero hoy hay una pequeña variación: Nuka, y Estefa, dos amigas de Ana. 

     Con toda normalidad del mundo y como acostumbrábamos a hacer todos los días, Clara, Alba y yo quedamos en la biblioteca para ir a buscar a las demás. Ese día yo no tenía muchas ganas de salir, los motivos no los conocía ni yo, pero al ver aparecer a una persona por la esquina cercana al mono de Laviada se me agotaron las ganas de volver a casa. Ver a Ana siempre me alegra los días, es la chispa que me falta cuando no estoy bien del todo. Pero había algo raro. Una sensación extraña. No era ella la que ese día me sacó una sonrisa al girar la esquina.

     Estefa es una amiga de Ana, un poco gordita, un cacho más bajita que yo, morena de pelo largo, ojos marrones y poco habladora. Parece simpática, de hecho lo es, pero lo extraño no sale de ella. Esa energía no me la está mandando ella. Nuka, una chica de 18 años, conocida como La Mala Nuka, un poco más bajita que yo, morena de pelo corto, ojos marrones con puntitos negros, bastante delgada y con una pícara sonrisa siempre en la cara, dicen que parece un chico pero yo no lo veo. Ella sí. Es como si no fuera una persona igual que las demás. 

     Se acercan a nosotras y ¿cómo no? Que nunca falten las típicas tontearías con Ana al encontrarnos. De repente la Mala Nuka ya no es la Mala Nuka y pasa a ser una chica tímida que no se atreve a levantar la mirada. ¿Por qué?

     Ana y yo nos pasamos las tardes haciendo el tonto, es como nos divertimos y como mejor nos entendemos. En esta ocasión nos estábamos peleando por un gummy, y entre risas y empujones mis pantalones quedaron impresos en el suelo lleno de barro. El ‘’arte’’ de mi caída hizo que esa chica que contemplaba el suelo mirara ahora mis pantalones sucios mientras enseñaba por fin su bonita risa y la hacía esconder su timidez. 

     Ese día se hace cada vez más extraño, no sé si era impresión mía pero ahí nadie se comportaba como de costumbre. Me da demasiada vergüenza todo, casi hasta respirar, sobre todo cuando Nuka empieza a tontear conmigo. Parece divertirse, parece que está disfrutando mientras pasa su mano por mi pierna y a mí me pone cada vez más y más nerviosa. De repente, sin venir a cuento y sin ningún motivo coherente, nos empezamos a dar picos entre todas, todo en plan broma. Es una cosa que, aunque mucha gente no entienda y se ría de ello o nos miren mal, solemos hacer con bastante frecuencia. Pero aquí hay algo que no es como siempre. Raramente ella solo me los pide a mí. En serio. Sin reírse. Le doy unos cuantos, tímida y sin tomármelo demasiado en serio. Puede que solo sean imaginaciones mías y nada más. Me quedo ahí. 

     Ya acabado el reparto de besos llegan las nueve y cuarto, para mí la hora de volver a casa. Ella, sin quitar la sonrisa entrecerrada de la boca, me pide otro beso. Y ¿por qué no? se lo doy. Y antes de irme, como si el cuerpo me lo pidiera y sin ella esperárselo, le doy otro más. Le he dado hasta siete besos.

     Esto queda en nada, otro día más en una vida normal de una chica de lo más normal, aunque una extraña sensación parece crecer dentro de mí…

***

     Al día siguiente volvemos a quedar las mismas personas, pero esta vez también viene Sere, mi ‘’novia’’ de broma, una chica de 18 años, rubia teñida de pelo corto, de mi altura y con cierto parecido a un chico. Pasamos por su casa para coger Coca-Cola, vino, mora y unos vasos y nos vamos a hacer un pequeño botellón en la esquina del día anterior. 

     Hemos bebido un poco y ellas están fumando de la cachimba. Sin saber cómo, nos empezamos a dar picos otra vez. ¿Quién sabe cómo empiezan estas cosas? Simplemente salen solas, una le un pico a otra y las demás la siguen. Parece que se repite la historia del día anterior. Un beso por aquí, otro por el otro lado, todas con todas, tonteando un poco pero sin intención de salirse de la pequeña broma para pasar el rato.

     Ana tiene que estar pronto en casa así que se despide de nosotras y se va. Yo la acompaño hasta la esquina, y cuando me doy la vuelta Nuka está sentada en el borde de un escaparate, pero yo paso de largo y vuelvo con las demás.  Alba, contradiciendo lo que más tarde sucederá, me cogió y me llevó a caballito hacía Nuka

      Cuando hablo de este tema siempre se me olvida un pequeño detalle; en ese momento tenía novio, Sergio González Martín, un chico de 16 años con el que estuve saliendo dos meses y medio, más alto que yo, moreno de pelo corto, ojos marrones, risueño y muy pasota, demasiado pasota, sobre todo conmigo. 

     Al instante después de que Nuka y yo nos liáramos, Alba, Sere y Clara se fueron, se habían enfadado con nosotras. Fuimos detrás de ellas, intentamos comprender lo que las pasaba pero ninguna de las dos le veía sentido. Era mejor dejarlo, así que nos sentamos al lado de la esquina de antes, sin hablar con las demás, simplemente las dos solas, pensando y dándonos besos de vez en cuando. La única persona que nos animó y nos apoyó en ese momento fue Cristina Miyar, mi tocaya, una chica que solamente conocía de aquel día, pero aún así no dudó en acercarse a mí y decirme que no me preocupara, que no había hecho nada malo. Muchas gracias Cris. 

     Después de pasar el resto de la tarde sentada en el suelo con Nuka y rayándome la cabeza con lo que acababa de hacer y lo que haría después de lo ocurrido me di cuenta de una cosa: ya no sentía nada por Sergio, no sé como pero en dos días me había enamorado locamente de esa persona que en esos momentos estaba sentada a mi lado, Nuria Montero Jal.

***

   Al día siguiente Sergio ya es historia, solo es un ex más por el que no he sentido más que simple capricho. No me arrepiento de haberle dejado, es más, lo había intentado hacer antes, el mismo día que conocí a Nuka, pero era difícil contactar con él, estaba castigado y no daba señales de vida ni por el Tuenti ni por el móvil. ¿Qué se le va a hacer? No todo está siempre a gusto de todos. Él ya no estaba a mi gusto.

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